Por Padre Augusto Salcedo

Sacerdote de la arquidiócesis de Tucumán

La Iglesia comenzó la primera semana de Pascua con la noticia que conmovió a todos: la muerte de Francisco. Desde entonces, en la arquidiócesis de Tucumán y en la diócesis de Concepción, se celebraron varias Misas en homenaje al Santo Padre difunto, rogando por su eterno descanso y dando gracias por su vida y su misión entre nosotros. Con la participación de autoridades provinciales y municipales, representantes de otras religiones y credos, ya no se menciona al Papa Francisco como quien guía y gobierna la Iglesia, sino que se lo nombra al momento de recordar a los difuntos.

Mientras dure la Sede vacante, el recordado Papa argentino ocupa un lugar especial en la predicación de la Palabra divina y en la súplica confiada a Dios. Estas celebraciones de difuntos se llaman “de exequias”, palabra que proviene del latín “exsequiae”, en referencia al final de la vida, como un camino que nos conduce al encuentro definitivo con Dios en la eternidad.

Especial es la oración que pueda hacerse en las Basílicas menores que tenemos en la arquidiócesis, como el templo de la Virgen de La Merced y la iglesia de Santo Domingo (Basílica Nuestra Señora del Rosario) junto a la Unsta.

Estos son templos importantes y significativos por su historia como lugares de fe y devoción que únicamente el Papa establece en diferentes lugares del mundo, en unidad con las cuatro Basílicas mayores ubicadas en el Vaticano y en Roma, como la de San Pedro junto a su inmensa plaza, la de San Juan de Letrán, la de San Pablo Extramuros y la ahora tan mencionada Basílica de Santa María la Mayor, lugar de sepultura de Francisco.

Mientras se preparan los detalles para iniciar el Cónclave, todos los católicos están invitados a rezar por los Cardenales que tendrán la importante tarea de elegir al nuevo pontífice. En estos próximos días, en las catedrales y parroquias podrán celebrarse Misas propias rogando “Para la elección del Papa”, acompañando el proceso deliberativo en el Vaticano.

No obstante, en este tiempo del Jubileo de la Esperanza, pueden seguir obteniéndose indulgencias en favor del perdón de los pecados. Si bien rezar por las intenciones del Papa es una de las condiciones para obtener esas gracias de la Misericordia divina, la oración debe seguir realizándose en razón de la Sede apostólica, es decir, de la institución del Papado en cuando tal, ahora vacante y que luego será encomendado al Cardenal elegido como Pontífice, sucesor del apóstol San Pedro.